Un año después de la muerte de Frida Kahlo, a Diego Rivera le diagnosticaron un cáncer de próstata. A pesar del reposo recomendado, el artista continuó trabajando en su estudio del Ángel (hoy convertido en museo) hasta que un paro cardiorrespiratorio puso fin a los días de uno de los más famosos muralistas mexicanos. Junto a Orozco, Siqueiros y Tamayo, dio forma a una expresión típicamente local. Sin embargo, tanto con ellos como con casi todas las mujeres que conoció, mantuvo relaciones conflictivas y conflictuantes.